miércoles, 30 de junio de 2010

¡“Un vino en cada mano"!


Sociabilidad y Cultura. A propósito de la presentación del libro de Tomás Espina y Retratos Sociales de Syd Krochmalny y Tomás Espina en Fundación Proa.

por Ana Wortman


librería de la Fundación Proa

Convencionalmente las exposiciones de plástica se hicieron en lugares gentrificados de Buenos Aires. El barrio del Socorro, la Recoleta en primer lugar ha sido el lugar por excelencia de las galerías de arte propiedad de familias de linaje y fuerte raigambre, la llamada oligarquía argentina. Así las artes, llamadas bellas artes y en particular la pintura y la escultura expresaban una estética que acompañaba la estética urbana afrancesada. Se establecía un nexo entre cultura europea, en particular parisina, con el arte y el buen gusto. Así la ahora llamada plástica y /o artes visuales estuvo vinculada casi más que ninguna otra disciplina artística muy estrechamente con un determinado sector social de alto poder adquisitivo, ubicado en determinado ámbito urbano.

Esta forma de arte, y de puesta en escena del arte y de la vieja clase alta argentina sigue existiendo, pero se fue diversificando fundamentalmente a partir de las transformaciones sociales, políticas y culturales de la sociedad argentina a partir de los años sesenta. El proyecto del Instituto Di Tella da cuenta no sólo de cambios y de la emergencia de un nuevo tipo de arte argentino por un lado, sino también de nuevas clases sociales interesadas por el coleccionismo de arte y su auspicio Las experiencias del Instituto di Tella ya no tuvieron lugar en la aristocrática y afrancesada zona del Socorro y la Recoleta, sino que se trasladaron a un ámbito urbano distinto. Como bien señala Sebreli entre otros, el público del Di Tella era otro. Se vinculaba con la efervescencia cultural que convocaba la masificación de la facultad de filosofía y letras, el boom editorial y literario de esos años. Una clase media pujante, ávida de “cultura” se reflejaba en los altos porcentajes de asistencia a las actividades que allí se desarrollaban. Cambiaba también en esos años la idea de Museo y de contemplación para las artes. En el Di Tella se exponían nuevas generaciones de artistas, pero también músicos, experimentos teatrales etc. En esos años nos encontramos en la zona del bajo de la ciudad, ámbito de reunión de intelectuales y artistas en un conjunto de bares.

Pasados los años de oscurantismo provocados por la dictadura militar más cruenta que haya vivido la sociedad argentina, la “movida cultural y artística” se trasladó a un ámbito público como es un espacio cultural de la Universidad de Buenos Aires, el Centro Cultural Ricardo Rojas. En los años de la transición a la democracia, el Centro de la ciudad se pobló de gente. Recuperado el espacio público después de largos y oscuros años de toque de queda, la gente que estaba recluida en el espacio privado salió a la calle. Y el centro comenzó a tener mucha vida, en ese contexto un espacio universitario público como la UBA participó de un clima de libertad y fue escenario público de cierto movimiento cultural que se había ido gestando en espacios como Babilonia, ámbito del teatro off Corrientes así como también de la llamada movida gay que se expresaba culturalmente en la Revista El Porteño.

En el marco de las transformaciones sociales fuertes que se dieron en la sociedad argentina desde mediados de los setenta y acentuadas en los noventa, en las cuales las extendidas clases medias se fueron reduciendo y las clases medias altas cada vez fueron menos progresistas y cultas a la manera de parte del público del Di Tella y de las librerías, fue creciendo en forma vertiginosa la pobreza en la Argentina. Este proceso de creciente fragmentación social se manifestó urbanisticamente. Una zona norte rica y una zona sur pauperizada y también abandonada por las políticas públicas.

En ese contexto y siguiendo el análisis que hace Pierre Bourdieu acerca de cómo en contextos de cambios económicos surgen nuevos estratos sociales, vemos nacer una nueva burguesía y una nueva pequeña burguesía que se manifiesta principalmente en las transformaciones que comienzan a darse en el barrio de Palermo en los años noventa en adelante. Estos sectores sociales emergentes crean no sólo espacios de diseño sino también nuevas galerías de arte, las cuales también adoptan otros nombres: ahora más que galerías de arte se habla de espacios de arte, con otro formato y otra puesta en escena menos estructurada y más acorde a estilos de vida despojados de estas nuevas clases medias más estetizadas al decir de Featherstone. En el contexto de la crisis del 2001 surgieron un conjunto de espacios culturales autogestionados por artistas En el contexto de la reactivación económica de los primeros años del gobierno de Kirchner surgieron un conjunto de galerías comerciales , tambien plataformas de museos a escala nacional y de colección de arte contemporáneo (2000-2007), pero fuertemente entre el 2004-2005.

Curiosamente en estos últimos años y como parte de nuevas políticas urbanas de características globales que tienden a rescatar el llamado patrimonio histórico, hay una zona del sur, empobrecido con un porcentaje alto de la población con necesidades básicas insatisfechas, connotado negativamente por la cantidad de problemas sociales etc. Sin embargo y en el marco de ciertos imaginarios difundidos por Ongs internacionales, vinculadas a la cooperación cultural europea, han surgido algunos espacios destinados a exposiciones, muestras o centros culturales derivados de una nueva forma de financiamiento de la cultura. Como es sabido en America Latina tiene cada vez más presencia en el plano cultural al menos la cooperación española, la cual de alguna manera reitera lo que ya ha ocurrido en Europa, la política de recuperar urbanísticamente espacios históricos degradados. Recientemente se ha inaugurado un nuevo espacio del Centro Cultural de España en el barrio de San Telmo, en un edificio reciclado que durante muchos años fue una casa tomada que antiguamente había sido un Centro de niños abandonados. Luego de un fuerte conflicto con sus habitantes que fueron trasladados, el edificio hoy renace como centro cultural en la línea de la recuperación de edificios con carga histórica.


Tomás Espina (con un sutil pingüino de plata en el saco), María Casado y José Fernández Vega

público en el auditorio de la Fundación Proa

Así llegamos a la Boca, donde en el medio de cierta recuperación para el turismo de algunas calles emblemáticas en un marco de pobreza y marginación se encuentra la Fundación Proa, la cual fue tomando notoriedad en los últimos años por la transformación edilicia, siguiendo la lógica del multiespacio cultural. Tiene excelentes salas para muestras de plástica y videos, un auditorio, pero también librería, un bar restaurant y una terraza con vista a la zona del Riachuelo.

El viernes 18 de junio fuimos invitados a la presentación del libro de Tomás Espina, exponente de una generación intermedia de artistas visuales, premiado por las nuevas organizaciones de la cultura y eventos internacionales, evento que se completaba con la proyección del video documental filmado por el sociólogo y artista Syd Krochmalny, En dicho documental se mostraba en formato de crónica, relatos, historias de vida de sujetos marginados en un pueblo también relativamente marginado de la provincia de Córdoba, Unquillo, otrora tierra idílica de artistas como Carlos Alonso y Spilimbergo, lugar de residencia de Espina entre los 15 y los 22 años , y también refugio de hippies durante los útimos veinte años. Cabe señalarse que Unquillo, como otros lugares de la provincia de Córdoba también fue lugar de veraneo de la aristocracia argentina en las primeras decadas del siglo XX y entró en decadencia hacia los años 40 cuando empezaron a tener relevancia otros lugares de veraneo.



Instalación de dibujos en el bar Tiky Tiky, Unquillo, Córdoba


Los entrevistados, marginales, fueron los actores protagonistas de los retratos de Espina los cuales inesperadamente y como todo acto social tuvieron un devenir no previsto, se difundieron por el mundo a partir de las fotografías que los propios retratados hicieron a través de celulares. La experiencia de los retratos constituyó un acto social ya que la experiencia finalizaba con el diálogo colectivo, artistas y vecinos del pueblo sobre lo realizado por cada uno de ellos La experiencia adquirió una relevancia particular que excedió lo esperado ya que las fotos trascendieron al mundo a través de las redes sociales de Internet.

Como muchos de los documentales actuales argentinos, estaba subtitulado al inglés, lo cual da cuenta de una nueva especialidad y temporalidad en la cual se sitúan los artistas actualmente, su campo de proyección es el mundo. Estos retratos sociales constituyeron en el evento la punta de un arco de otros retratos sociales, los presentes en el vernissage.


Tomás Espina y Nicola Constantino en Fundación Proa

Museo Spilimbergo, Córdoba, Unquillo

Efectivamente, apenas llegué, un rato más tarde de la hora fijada, todo acontecía como si el evento ya hubiera comenzado. Noté que los mozos iban de un lado para otro sirviendo vino en forma generosa a diferencia de otros eventos. Esta situación me hizo pensar sino había llegado demasiado tarde, ya que en general, lo habitual es que se sirva vino luego de la presentación del artista, del libro y el documental en este caso. Aquí fue diferente, la sociabilidad parecía ocupar un espacio casi central, ya que se sirvió vino y empanadas antes de la presentación del libro y el documental y nuevamente al finalizar. No era una presentación de un libro como las que estoy acostumbrada, lo que más llamaba la atención era precisamente estos retratos sociales, de los allí presentes.

La ropa de los asistentes en general, la comida, el despliegue y el tiempo transcurrido hasta la presentación propiamente. La distinción, la elegancia, en particular de algunas mujeres para la ocasión, me hizo sentir que algo había fallado en mi percepción previa al acontecimiento, pensé para mi, “tenerlo en cuenta para la próxima vez” como ir vestida para la ocasión. Fueron dos horas de conversación, sociabilidad, buen vino y comida. Todo era de una calidad no tan frecuente en ámbitos culturales últimamente, teniendo en cuenta la zona de la ciudad en la cual nos encontrábamos. Vino y champagne de primerisima calidad, mozos entrenados para atender a una burguesía acostumbrada al buen beber y comer. Cabe señalarse que en el evento se encontraban representantes de la aristocracia europea, de la burguesía financiera nacional e internacional, también de la vieja oligarquía argentina, nuevas generaciones de artistas promovidos por la proliferación de eventos artísticos y el nuevo coleccionismo de arte…..todos confluiamos en la producción de nuevos Retratos Sociales: de las formas que asume hoy el campo artístico.


público viendo los Retratos Sociales

No hay comentarios: